Viscely Zarzosa
En diciembre del 2011, en un compartir
con el grupo Isla blanca, tuve la oportunidad de conversar con Marco Cueva. Lo vi ágil, alegre, sonriente,
siempre con el entusiasmo de reunirse con sus amigos de letras.
Estaba sentado a su lado y no sé cómo
llegamos a la conversación sobre la literatura. Por ejemplo, sobre poesía, me
resaltaba de la importancia del trabajo en el verso y la prosa. También, el
aporte artístico de muchos autores en sus libros. Me contaba sus anécdotas
sobre su viaje por Argentina y su aventura por descubrir a diferentes
escritores.
Tenía unos poemas impresos dentro de mi
mochila. Los saqué y elegí uno al azar para que lo leyera Marco. El poema se
llamaba “Sueña” y tenía características existenciales. Lo leyó tranquilamente
y, luego, no me respondió con una crítica personal sino me dijo: “sueña,
que alcanzarás tus objetivos, concéntrate en tus propósitos”. La
verdad, me quedé perplejo ante su respuesta, esperaba de él algunas
sugerencias temáticas pero acepté con agrado sus palabras.
Nunca pensé que el autor del volumen de
cuentos “Sobre el arenal”, libro que leí cuando estaba en segundo
de secundaria, hubiera mantenido un diálogo conmigo y disfrutar de su presencia
como un amigo de los demás.
Cuando me enteré sobre su fallecimiento
sentí que un amigo a la distancia se iba para nunca más volver. Se me
abrumaron aquellas imágenes sobre su persona. Sus palabras penetraron más en mi
corazón. Sobre todo, tenía la conciencia que se iba un gran impulsador cultural
de Chimbote.
Queda decir que Marco Cueva Benavides
estará en la memoria del puerto y en el corazón de todos.
¿Quién dice que estás muerto? Aún vives
más que nunca, maestro…