Debió llamarse Olegario. Acababan de
sonar las campanas de la misa de nueve cuando los gritos de la tía Francisca se
abrieron paso, entre el ruido del aguacero, por el corredor de las begonias:
"¡Varón! ¡Varón! ¡Ron, que se ahoga!". Y nuevos gritos enmarañaron la
casa. Una vez liberado del cordón umbilical enredado en el cuello, las mujeres
corrieron a bautizar al niño con agua bendita. Lo primero que se les vino a la
cabeza fue ponerle Gabriel, por el padre, y José, por ser el patrono de
Aracataca. Nadie se acordó del santoral. De lo contrario, se habría llamado
Olegario García Márquez.
Aquel domingo 6 de marzo de 1927,
Aracataca celebró la llegada del primogénito de Luisa Santiaga y Gabriel
Eligio. Aunque, en realidad, para los cataqueros había nacido el nieto de
Tranquilina Iguarán Cotes y el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, los abuelos
maternos con quienes se crió hasta los ocho años en una tierra cubierta de
platanales bajo soles inmisericordes del Caribe colombiano. Era un niño en un
caserón de mujeres, amordazado por las creencias de ultratumba de la abuela y
los recuerdos de guerras del abuelo. Ocho años de vivencias que lo harán
universal en 1967 cuando publique Cien años de soledad.Aunque él
cree que la historia que no embolatará su nombre en el olvido es la de sus
padres recreada en El amor en los tiempos del cólera. La
víspera de su vida. La historia donde todo empieza. La de los felices amores
contrariados que hace 80 años convirtieron a Gabriel García Márquez en el mayor
de siete varones y cuatro mujeres, y quien daría vida a tantas cosas.
- UN ESCRITOR. "¿Fue tu abuela la
que te permitió descubrir que ibas a ser escritor?". "No, fue Kafka,
que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela. Cuando yo
leí a los 17 años La metamorfosis,descubrí que iba a ser escritor.
Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un
gigantesco escarabajo, me dije: 'Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero
si es así, escribir me interesa", contó el autor a Plinio Apuleyo Mendoza
en El olor de la guayaba.
- UN PERIODISTA. Empezó en el diario
cartagenero El Universal en 1948; siguió en El Heraldo de
Barranquilla, y luego en El Espectador, de Bogotá. Ryszard
Kapuscinski aseguró que, aunque lo admiraba por sus novelas, consideraba que
"la grandeza estriba en sus reportajes. Sus novelas provienen de sus
textos periodísticos. Es un clásico del reportaje con dimensiones panorámicas
que trata de mostrar y describir los grandes campos de la vida o los
acontecimientos. Su gran mérito consiste en demostrar que el gran reportaje es
también gran literatura".
- UN MUNDO. "Esta voluntad
unificadora es la de edificar una realidad cerrada, un mundo autónomo, cuyas
constantes proceden esencialmente del mundo de infancia de García Márquez. Su
niñez, su familia, Aracataca constituyen el núcleo de experiencias más decisivo
para su vocación: estos demonios han sido su fuente primordial", escribió
Mario Vargas Llosa en Historia de un deicidio.
- UN LENGUAJE. "Es como si el
lenguaje estuviera hecho para contar historias, para cambiar el mundo
aterrador, para sumergir al hombre sin que se dé cuenta en los valles
confortables del sueño. Como si de un gran caleidoscopio se tratase que
mostrara la realidad de los trozos de colores, pero ordenados en vistosos
encajes, mágicos, cambiantes, multiplicados por los engañosos espejos",
explicó Ricardo Escavy Zamora, de la Universidad de Murcia, en el congreso Quinientos
años de soledad.
- UN ESTILO. Carlos Monsiváis considera
que "en sus libros clásicos se extrema la certidumbre: gracias a la
belleza del idioma (la perfección de su sonido, la sucesión de frases
inmejorables), los hechos adquieren otro relieve, son relatos que si no se dan
con esas palabras se convierten en algo distinto. Para García Márquez, escribir
bien no es una exhibición de dotes estilísticas; es añadir la noción épica del
idioma a las épicas existentes".
- MACONDO. El territorio literario
donde transcurre gran parte de su creación aparece por primera vez en Monólogo
de Isabel viendo llover en Macondo. Pero su fama llega en Cien
años de soledad: "Macondo era entonces una aldea de veinte casas
de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que
se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos
prehistóricos".
- LOS BUENDÍA. Es la estirpe de su obra
más famosa. "Ni uno solo de ellos es vulgar. Llevan pegada al rostro la
irremovible máscara de la singularidad. Y, tal vez a causa de su desempeño
escénico, tienen clavada en el pecho la lanza de la soledad. Son ellos el
principio de la leyenda. En el equipaje de cada uno, desde Úrsula hasta el
último de los Buendía, se concentran maravillas, prodigios, milagros",
dice Nélida Piñon.
- 'CIEN AÑOS DE SOLEDAD'. Tras año y
medio de escritura, ve la luz el 30 de mayo de 1967, en Sudamericana de
Argentina. "Su situación es paradójica en cuanto a la historia de Macondo
-que dura cien años-: atraviesa todas las edades de la Tierra, desde lo
prehistórico hasta el Apocalipsis. Historia y mito se entrelazan y lo
paradójico se carga de valor paradigmático", ha aclarado Marta L. Canfiel,
de la Universidad de Nápoles.
- UN INNOVADOR. La conquista de nuevos
territorios literarios la resume Carlos Fuentes: "No sólo reunía en un haz
las grandes tradiciones de la literatura hispanoamericana -mito de fundación,
épica de destrucción, historia de recreación-, sino que, magistralmente,
generosamente, demostraba la compatibilidad de los géneros de una época de
sequía literaria determinada por la dictadura del nouveau roman francés,
empeñado en convertir la literatura en desierto".
- LA UNIVERSALIZACIÓN DEL 'BOOM'.
"La novela hispanoamericana no salió verdaderamente al mundo hasta pasada
la segunda mitad de la década de los sesenta, a partir del triunfo
escandalosamente sin precedentes de Cien años de soledad", afirmó
José Donoso en Historia personal del boom.
- EL REALISMO MÁGICO. Aunque le
endilgaron ser el padre del realismo mágico, la verdad la aclara Piedad
Bonnett: "Lo que acababa de hacer -valerse de lo mítico y mágico para
lograr una visión popular de los hechos- equivalía a llevar hasta sus últimas
consecuencias el postulado de Carpentier, quien, en el prólogo a su novela El
reino de este mundo [1949], había preguntado, de forma retórica:
'¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real
maravilloso?".
- UNA OBRA. Ha vendido alrededor de 40
millones de ejemplares en más de 30 idiomas. Novelas: La hojarasca (1955), El
coronel no tiene quien le escriba (1957), La mala hora (1961), Cien
años de soledad(1967), El otoño del patriarca (1975), Crónica
de una muerte anunciada(1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), El
general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994), Memorias
de mis putas tristes (2004). Grandes reportajes: Relato de un
náufrago (1970),Noticia de un secuestro (1996), Obra
periodística completa (1999). Primer tomo de sus memorias, Vivir
para contarla (2002). Cuentos: Ojos de perro azul (1955), Los
funerales de la Mamá grande (1962), La irresistible y triste
historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972), Doce
cuentos peregrinos (1992).
- LO QUE HUBIERA QUERIDO SER. Gabriel
García Márquez lo supo hace muchos años, en Zúrich, cuando una tormenta de
nieve lo llevó a un bar. Su hermano Eligio recuerda cómo Gabo se lo contó:
"Todo estaba en penumbra, un hombre tocaba piano en la sombra, y los pocos
clientes que había eran parejas de enamorados. Esa tarde supe que si no fuera
escritor, hubiera querido ser el hombre que tocaba el piano sin que nadie le
viera la cara, sólo para que los enamorados se quisieran más". ".( Tomado del Elpaís.com).
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