martes, 1 de mayo de 2012

Tomas Tranströmer: Visión de la memoria


"Dentro de mí llevo mis rostros anteriores, como un árbol lleva los anillos de la edad. Es la suma de ellos lo que es ‘yo’”. Estas palabras de Tomas Tranströmer, Nobel de Literatura 2011, forman parte de Visión de la memoria, la autobiografía del poeta, que se acaba de publicar en España.
Un libro que Tranströmer escribió a los 60 años, meses después de sufrir en 1990 una apoplejía que le privó prácticamente del habla y le paralizó la parte derecha de su cuerpo, y cuyas páginas contienen la infancia y juventud del poeta.

Publicado por Nórdica, que le edita en España y en Latinoamérica, Visión de la memoria aporta todas las claves de la obra del poeta. Aquí el lector podrá encontrar de dónde nacen su interés por el hilo de la memoria y su amor por la naturaleza, la antropología, la medicina o la biología. La música es otra de las pasiones del escritor y últimamente el vehículo con el que expresa sus emociones artísticas, ya que Tranströmer toca el piano con la mano izquierda, pues la derecha la tiene paralizada por la enfermedad sufrida.

Visión de la memoria también acaba de ser publicada en Estados Unidos, donde Tranströmer es el poeta extranjero más traducido después de Pablo Neruda, según Diego Moreno, director de Nórdicas Libros. Y es que, en este libro, el narrador, poeta y traductor y psicólogo –durante años trabajó en la prisión de Roxtuna,  (sur de Suecia), rehabilitando a jóvenes delincuentes– pone las simientes de lo que luego sería la poesía para él.

“Mi vida. Cuando pienso estas palabras veo frente a mí un rayo de luz. En una aproximación mayor, el rayo de luz tiene la forma de un cometa, con cabeza y cola. La extremidad más intensa, la cabeza, es la infancia y los años de crecimiento. El núcleo, su parte más densa, es la más temprana infancia, en la que los rasgos más importantes de nuestras vidas se definen”, escribe Tranströmer.

Traducido a más de 50 idiomas, el poeta nórdico, que encierra misterio y está plagado de claroscuros, relata cómo desde su infancia le atraían las bibliotecas, los museos y el zoo, y cómo, al igual que a otros muchos escritores y pintores nórdicos, la naturaleza y su carácter extremo condicionaron su persona y su trabajo.

El autor de El cielo a medio hacer habla del divorcio de sus padres, de la escuela primaria y de su manera de enfrentarse al más fuerte y poderoso de la clase, que le ganaba siempre. “Al principio ofrecí activa resistencia, pero de nada sirvió... Al final encontré un método para desanimarlo...Cuando se acercaba, yo fingía que mi ‘yo’ había volado lejos y que lo único que había quedado era un cadáver, un trapo que él podía manosear como quisiera. Entonces se cansó”, recuerda el poeta.( completado con La República y EFE).